Breve Historia

En Historia, se identifica desde finales de la década de 1950 con el nombre de Holocausto a lo que técnicamente también se conoce, siguiendo la propia terminología del Estado nazi, como Solución Final (en alemán, Endlösung) de la cuestión judía, esto es, el intento de aniquilar totalmente a la población judía de Europa.

La decisión fue tomada, con bastante probabilidad, entre finales del verano y principios del otoño de 1941 y el programa emergió en su plenitud en la primavera de 1942; su arquitecto y organizador administrativo fue Heinrich Himmler. El resultado fue el asesinato de algo más de seis millones de judíos mediante gas venenoso, balas, horcas, porras, puños, hambre y trabajo extenuante.

La palabra «Holocausto» proviene de la traducción griega de la Biblia hebrea conocida como Versión de los setenta, en la que el término holokaustos (ὁλόκαυστον: de ὁλον, ‘completamente’, y καυστον, ‘quemado’) traduce el hebreo olah, que hace referencia a una ofrenda completamente consumida por el fuego.

También se utiliza para nombrarlo, aunque con menor frecuencia, el término shoah (sho'ah), adaptación de la forma latinizada ha'shoáh, del hebreo השואה, que significa «masacre». El término apareció por primera vez en un folleto publicado en Jerusalén en 1940 por el «Comité Unido de Ayuda a los Judíos en Polonia». La palabra forma parte de la expresión Yom ha-Sho'ah, con la que se nombra en Israel al día oficial de memoria del Holocausto. También se llegó a utilizar a principios de esa década la palabra yidis churb'n, «destrucción».

El uso de la palabra holocausto para referirse al genocidio de aproximadamente seis millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial, se justifica a través de su referencia etimológica a algo quemado, pues tras el uso de la herramienta genocida más característica de la solución final, las cámaras de gas, los cuerpos de los asesinados eran incinerados en hornos crematorios.

La persecución y el asesinato de los judíos no se desarrolló sólo ni en Alemania, ni en los distintos campos de concentración creados a tal fin, sino que se extendió a Rusia, Europa Oriental y la península Balcánica, donde los alemanes y sus colaboradores (austriacos, lituanos, letones, ucranianos, húngaros, rumanos, croatas y otros) llevaron a cabo múltiples matanzas de judíos en fosas, bosques, barrancos y trincheras.

Aunque se discute el grado de elaboración del plan que terminaría por provocar el genocidio, y la responsabilidad última, técnicamente hablando, de Adolf Hitler, el sustento ideológico de ese plan es bien conocido:

una ideología o Weltanschauung (concepción del mundo) milenarista que proclamaba que "el judío" constituía el origen de todos los males, en especial del internacionalismo, el pacifismo, la democracia y el marxismo, y que era el responsable del surgimiento del cristianismo, la Ilustración y la masonería. Se estigmatizaba a los judíos como "un fermento de descomposición", desorden, caos y "degeneración racial", y se los identificaba con la fragmentación interna de la civilización urbana, el ácido disolvente del racionalismo crítico y la relajación moral; se hallaban detrás del "cosmopolitismo desarraigado" del capital internacional y de la amenaza de la revolución mundial. Eran el Weltfeind (el "enemigo mundial") contra el cual el nacionalsocialismo definió su propia y grandiosa utopía racista de un Reich que duraría mil años.

Además de esta ideología, la ejecución del genocidio tuvo como soporte a la sociedad alemana, la más moderna y con más nivel de desarrollo técnico de Europa, y que contaba con una burocracia perfectamente organizada.

El antisemitismo presente, en mayor o menor medida, en Europa Occidental y Estados Unidos, además de los problemas económicos derivados de la Gran Depresión, provocaron también la desgana de los responsables políticos británicos y estadounidenses a la hora de realizar algún esfuerzo significativo de salvamento de judíos europeos durante el Holocausto.

Junto con los judíos, otros grupos humanos como gitanos, soviéticos (especialmente, los prisioneros de guerra), comunistas, Testigos de Jehová, polacos étnicos, otros pueblos eslavos, los discapacitados, los hombres homosexuales y disidentes políticos y religiosos, fueron también objeto de persecución y asesinato durante el nazismo.

Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto, la cifra de víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben al genocidio judíos a manos del Tercer Reich (algo más de 6 millones de víctimas). Otros estudiosos consideran que debe aplicarse asimismo a las víctimas polacas y a otros pueblos eslavos y gitanos. Un tercer grupo amplía el término para que abarque igualmente a los homosexuales, los disminuidos físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las víctimas del Holocausto, de las cuales más de la mitad eran judíos.